Mateo 23:12; Santiago 4:6-10, 13-17; 1 Pedro 5:5-7; Salmo 103:14; Efesios 2:6; Gálatas 4:5-6
Mat 23:12
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será
enaltecido.
Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios
resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios;
resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.
Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros
corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro,
y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
¡Vamos
ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un
año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque
¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de
tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor
quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras
soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no
lo hace, le es pecado.
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los
ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios
resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la
poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda
vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda
de que somos polvo.
Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús
Para que redimiese a los que estaban bajo la
ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos,
Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba,
Padre!
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
No soy un fanfarrón, ni un hombre
que se exalta así mismo con orgullo y egoísta. Me he humillado bajo la poderosa
mano del Señor Jesús mi Dios, sabiendo tanto que soy morada de Su Espíritu y mi
cuerpo permanece en Su presencia. Debido a esto, Él me ha exaltado hasta el
lugar de mayor honor y me ha hecho su propio hijo.
Si no has recibido a Jesús tú Señor, te invito a hacer la siguiente oración creyendo en tu corazón y Jesucristo
será tu Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el
nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del
Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos
2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a
morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que
si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas
11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que
Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos.
Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste
y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho
esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.
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