miércoles, 4 de abril de 2012

La buena y agradable voluntad del Señor Jesús mi Dios


Romanos 12:1-3; 2 Corintios 6:14; 10:1-4; Hebreos 10:18-20; 1 Juan 2:15; Efesios 4:7; proverbios 25:27nGalatas 5:1; Romanos 5:1-2; Salmo 24:1

Por lo tanto,  hermanos,  os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos  como sacrificio vivo,  santo,  agradable a Dios,  que es vuestro verdadero culto.  No os conforméis a este mundo,  sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,  para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios,  agradable y perfecta.  Digo,  pues,  por la gracia que me es dada,  a cada cual que está entre vosotros,  que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener,  sino que piense de sí con cordura,  conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos,  porque  ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?  ¿Y qué comunión,  la luz con las tinieblas?

Yo,  Pablo,  os ruego por la mansedumbre y bondad de Cristo,  yo,  que cuando estoy presente ciertamente soy humilde entre vosotros,  pero que cuando estoy lejos soy atrevido con vosotros, os ruego,  pues,  que cuando esté presente,  no tenga que usar de aquel atrevimiento con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos  que nos tienen como si anduviéramos según la carne.  Aunque andamos en la carne,  no militamos según la carne,  porque las armas de nuestra milicia no son carnales,  sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.

Pues donde hay remisión de estos,  no hay más ofrenda por el pecado.  Así que,  hermanos,  tenemos libertad  para entrar en el Lugar santísimo por la sangre de Jesucristo,  por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo,  esto es,  de su carne.

No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo,  el amor del Padre no está en él.

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.

Renovaos en el espíritu de vuestra mente.

Comer mucha miel no es bueno, ni el buscar la propia gloria es gloria.

Estad,  pues,  firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

Justificados,  pues,  por la fe,  tenemos paz  para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes,  y nos gloriamos  en la esperanza de la gloria de Dios.

De Jehová es la tierra y su plenitud,  el mundo y los que en él habitan.   

  DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.

Tomando en cuenta las misericordias de Dios, he decidido dedicar mi cuerpo como sacrificio vivo, santo y que agradable a Dios mi Señor Jesús. Es mi adoración espiritual. Sigo el camino que el Espíritu Santo (que esta dentro de mi) me dice seguir, porque ya no sigo ni me acomodo al camino del mundo, porque estoy siendo transformado de mi mente,  día con día mediante la voluntad de Dios manifestada en Su Palabra que es buena, agradable y perfecta. Permanezco en Su voluntad por la Gracia del Señor Jesús mi Dios.  No me estimulo mi propio cuerpo con los placeres de mi carne, porque eso me aparta de lo mas importante para mi vida.  Lo mas importante es Su Palabra, no los deseos de mi carne.  Sin embargo, todo lo que tengo, todo lo que soy, y todo lo que puedo hacer lo he recibido por voluntad de la Gracia del Padre del Señor Jesucristo.  Estoy totalmente, completamente lleno de gozo de depender de mi Dios, a través del Señor Jesús que dio Su vida por mi.

Si no has recibido a  Jesús tú Señor simplemente has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.

Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor de hacérmelo saber.

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