Colosenses 1:5-23; Juan 15:5; Mateo 13:11, 15-16; Romanos 10:6-17
Esa fe viene de la esperanza de recibir lo que Dios
les tiene guardado en el cielo. Ustedes conocieron esa esperanza a través del
mensaje verdadero, o sea, las buenas noticias que llegaron hasta ustedes. Ese
mensaje se está anunciando por todo el mundo y está dando buenos resultados en
todas partes. Lo mismo está sucediendo entre ustedes. El mensaje está creciendo
entre todos desde el primer día en que oyeron las buenas noticias de Dios y
entendieron la verdad sobre el generoso amor que él tiene. Epafras, nuestro
buen amigo y colaborador, les enseñó las buenas noticias; en él tienen ustedes
un fiel servidor de Cristo. Él nos contó del amor que ustedes tienen gracias al
Espíritu Santo. Por lo tanto, desde que supimos todo eso no hemos dejado de
orar por ustedes. Pedimos a Dios que los llene de conocimiento para entender su
voluntad, y que les dé toda clase de sabiduría y entendimiento espiritual. Así,
vivirán para dar honor al Señor y agradarle en todo. Como resultado podrán
hacer toda clase de buenas obras y conocerán mejor a Dios. Además, el poder
glorioso de Dios los fortalecerá para que puedan resistir todo con paciencia. Darán
gracias al Padre llenos de alegría, porque él les ha dado el privilegio de
compartir la herencia que tiene preparada para todo el que obedece la voluntad
de Dios y vive en la luz. Dios nos
rescató del poder de la oscuridad y nos hizo entrar al reino de su Hijo amado, quien
pagó el precio de nuestra libertad y así tenemos el perdón de nuestros pecados.
Nadie puede ver a Dios, pero Jesús es Dios en forma visible y supremo Señor de
toda la creación. Con su poder creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra,
todo lo que se ve y lo que no se ve, ya sean ellos seres espirituales, poderes,
autoridades o gobernantes. Todo ha sido creado por él y para él. Cristo existió
antes que todas las cosas, y todo el universo sigue su curso gracias a él. Cristo es la cabeza de la iglesia, que es su
cuerpo. Él dio comienzo a todo y fue el primero en resucitar de la muerte.
Entonces él es el más importante en todo sentido. A Dios le agradó que todo lo que él es
habitara plenamente en Cristo. Y con gusto decidió reconciliar consigo todas
las cosas, tanto las que están en el cielo, como las que están en la tierra.
Dios hizo las paces con nosotros a través de la sangre que Cristo derramó en la
cruz. Antes, ustedes estaban alejados de Dios y su manera de pensar los hacía
enemigos de Dios porque practicaban la maldad. Pero ahora Cristo, por medio de
su muerte física, los ha convertido en amigos de Dios. Cristo murió para
presentarlos santos ante Dios, es decir, sin ninguna mancha ni maldad que pueda
ser juzgada por Dios. Cristo hará esto si siguen creyendo en las buenas
noticias que escucharon. Tengan una buena base y manténganse firmes en su fe.
No se alejen de la esperanza que les dan las buenas noticias, que se han
contado en todas partes del mundo y que yo como siervo ayudo a anunciar.
Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que se
quede en mí producirá mucho fruto, pues ustedes no pueden hacer nada sin mí.
Él les respondió: -Ustedes tienen el
privilegio de entender la verdad que todavía no se ha dado a conocer sobre el
reino de Dios, pero ellos no.
Han cerrado su mente, se taparon los oídos y
cerraron los ojos. Si no fuera así, entenderían lo que ven y lo que oyen. Se volverían
a mí y yo los sanaría. Pero ustedes son afortunados porque pueden ver y
entender.
Pero esto es lo que dice de la aprobación por
Dios a través de la fe: No digas: ¿Quién subirá al cielo? (Es decir: para traer
a Cristo a la tierra.) Tampoco preguntes: ¿Quién bajará al mundo de los
muertos? (Es decir: ¿Quién va a traer a Cristo y a resucitarlo de entre los muertos?).
Las Escrituras también dicen: El mensaje de Dios está muy cerca de ti. Está
tan cerca como lo están tu boca y tu corazón. Es el mismo mensaje de fe que
nosotros anunciamos. Serás salvo si reconoces abiertamente que Jesús es el
Señor y si crees de todo corazón que Dios lo levantó de la muerte. Pues
Dios te aprobará si crees de todo corazón y te salvará si con tu boca lo
anuncias a otros. La Escritura dice: Todo
el que confía en esa piedra (Cristo) no será defraudado. La Escritura dice todo
porque a Dios no le importa si uno es judío o no. Es el mismo Señor que es
Señor de todos. Es generoso con todos los que le piden ayuda. Porque Todos
los que confían en el Señor serán salvos. Pero, ¿cómo van a confiar en el Señor si
no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír de él si no hay quien les diga el
mensaje? ¿Y cómo van a decir el mensaje
si no hay quien los envíe? Así dicen las Escrituras: ¡Son tan hermosos los pies
de los que anuncian las buenas noticias! No obstante, no todos ellos hicieron
caso de las buenas noticias. Por eso Isaías pregunta: Señor, ¿quién ha creído
nuestro mensaje? Así que, la fe es el resultado de oír el mensaje pues para que
alguien pueda oír el mensaje tiene que haber otro que le hable de Cristo.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
El Evangelio del Señor Jesús: ha sido, es, y seguirá
siendo la Verdad de salvación para mi vida y para todas las generaciones del pasado, presente, y
futuro. El Señor Jesús pago el precio en aquella cruz
derramando Su preciosa sangre para redimirnos de todo lo que nos alejaba de
Dios y Padre. Y hoy en el Señor Jesús somos libres de toda maldición que el
pecado trae. Le doy toda la gloria a el Señor Jesús, porque El es digno de toda
mi alabanza. Mi alabanza es hablar de Su
Verdad en todo tiempo.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
Nota:
Este blog esta todos los
días en la misma dirección, búscalo y compártelo con tus amigos y familiares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario