Salmo 32:7-11; 1 Corintios 1:30; 2:6-16; 1 Juan 1:3; Juan 16:13; Proverbios 16:20;26:3
Tú eres un refugio para la aflicción que me rodea, mi
alegría, para liberarme de aquellos que me han rodeado. [Selah] Yo te instruiré
y te enseñaré el camino que debes de andar; Yo te daré consejo; mis ojos
estarán observándote. No seas como un
caballo o un mulo que no tiene entendimiento, que tiene que ser sujetado con
bocado y freno, de otra forma, no viene a ti. Muchos son los tormentos del pecador, pero la
misericordia rodea a los que confían en YAHWEH.
¡Conténtate en YAHWEH; regocíjate, justo! ¡Gloríense, todos ustedes,
rectos de corazón!
Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios
sabiduría, justificación, santificación y redención.
Sin embargo, hablamos sabiduría
entre los que han alcanzado madurez en la fe;
no la sabiduría de este mundo ni de los poderosos de este mundo, que perecen.
Pero hablamos sabiduría de Dios en misterio,
la sabiduría oculta que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra
gloria, la cual ninguno de los poderosos
de este mundo conoció, porque si la
hubieran conocido, nunca habrían
crucificado al Señor de la gloria. Antes
bien, como está escrito: Cosas que ojo
no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha
preparado para los que lo aman. Pero
Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu,
porque el Espíritu todo lo escudriña,
aun lo profundo de Dios,
porque ¿quién de entre los
hombres conoce las cosas del hombre,
sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de
Dios, para que sepamos lo que Dios nos
ha concedido. De estas cosas hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría
humana, sino con las que enseña el
Espíritu, acomodando lo espiritual a lo
espiritual. Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,
porque para él son locura; y no
las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente. En
cambio, el espiritual juzga todas las cosas, sin que él sea juzgado por nadie. ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién lo instruirá? Pues bien,
nosotros tenemos la mente de Cristo.
Lo que hemos visto y oído, eso os
anunciamos, para que también vosotros
tengáis comunión con nosotros; y nuestra
comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad,
él os guiará a toda la verdad,
porque no hablará por su propia cuenta,
sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán
de venir.
El entendido en la palabra hallará el bien; el que confía en Jehová es bienaventurado.
El látigo para el caballo, el cabestro para el asno y la vara para la
espalda del necio.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
El
Señor Jesús mi Dios es mi escondite donde me refugio de todos los ataque del
enemigo. Él me guarda con un cerco de protección. Él me preserva de los problemas
y me rodea con el canto de liberación y gozo. El Señor Jesús es el Dios de todo
el universo, mi propio Padre celestial, Su hijo me aconseja y cuida de mí con
una mirada implacable a través de Su Espíritu que mora en mí. Me enseña sus
caminos, y en Su instrucción perfecta que me dan un conocimiento específico de
lo que tengo que hacer en esta vida. No soy como un caballo o una mulo que debe
ser conducido por la brida y de poco. Tengo
un profundo conocimiento de la voluntad de Dios en mi vida (Él se revela a
través de Su Espíritu Santo). Su gran amor y misericordia nunca me desampara
cuando lo busco con un corazón humillado, El me redime, justifica y siempre esta conmigo y me ha dado
de Su confianza en todo lo que hago.
Si no has
recibido a Jesús tú Señor simplemente
has la siguiente oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre
Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el
Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16;
Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu y podré hablar en
otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu
Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste
de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo
Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra
te bendice favor de hacérmelo saber.
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