Edras 6:7-14; Mateo 6:10-11; Romanos 12:1; Salmo 23; 91; Gálatas 4:4-6; 2 Crónicas 20:20; Daniel 3:29
Y no estorben la obra de reconstrucción del templo de
Dios. Dejen que el gobernador de la provincia de Judá y los dirigentes judíos
reconstruyan el templo en su antiguo sitio.
También he decidido que ustedes deben prestarles ayuda, sufragando los
gastos de la reconstrucción del templo con los impuestos que la provincia al
oeste del río Éufrates paga al tesoro real. No se tarden en pagar todos los
gastos, para que no se interrumpan las obras. Además, todos los días, sin
falta, deberán suministrarles becerros, carneros y corderos para ofrecerlos en
holocausto al Dios del cielo, junto con trigo, sal, vino y aceite, y todo lo
que necesiten, según las instrucciones de los sacerdotes que están en
Jerusalén. Así podrán ellos ofrecer sacrificios gratos al Dios del cielo y
rogar por la vida del rey y de sus hijos. He determinado así mismo que, a quien
desobedezca esta orden, lo empalen en una viga sacada de su propia casa, y que
le derrumben la casa. ¡Que el Dios que decidió habitar en Jerusalén derribe a
cualquier rey o nación que intente modificar este decreto o destruir ese templo
de Dios! Yo, Darío, promulgo este decreto. Publíquese y cúmplase al pie de la
letra. Terminación y dedicación del templo
Entonces Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates,
y Setar Bosnay y sus compañeros cumplieron al pie de la letra lo que el rey
Darío les había ordenado. Así los dirigentes judíos pudieron continuar y
terminar la obra de reconstrucción, conforme a la palabra de los profetas Hageo
y Zacarías hijo de Idó. Terminaron, pues, la obra de reconstrucción, según el
mandato del Dios de Israel y por decreto de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de
Persia.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el
cielo. Danos hoy los alimentos que necesitamos cada día,
Por eso hermanos, les ruego que entreguen toda su vida como sacrificio
vivo a Dios, quien nos ha mostrado compasión. Esa ofrenda que es su vida debe
estar dedicada solamente a Dios para poder agradarle. Esta clase de adoración
es la que realmente tiene sentido."
El Señor es mi pastor, nada me falta. Me lleva a descansar a prados
verdes, y me conduce a manantiales de agua fresca. Él renueva mi alma. Me lleva
por buenos caminos para mostrarme lo bondadoso que es. Aunque pase por caminos
oscuros y tenebrosos, no tendré miedo. Porque tú, Señor, estás a mi lado; Tu
vara y tu bastón me reconfortan. Me preparaste un banquete delante de mis enemigos;
ungiste mi cabeza con aceite, has llenado mi copa hasta rebosar. Tu bondad y tu
fiel amor estarán conmigo toda la vida. Y entraré a la casa del Señor para
quedarme allí para siempre.
El que habita a la sombra del Altísimo, se acoge a la protección del
Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza. Dios mío,
confío en ti. Dios te salvará de los peligros escondidos y de las enfermedades
peligrosas; pues te protegerá con sus alas y bajo ellas hallarás refugio. Su
fidelidad será tu escudo y tu muralla protectora. No te atemorizarán los
peligros de la noche, ni las flechas que se lanzan en el día; tampoco las
plagas que llegan en la noche, ni las epidemias que a plena luz del día causan
destrucción. Mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a
ti no te sucederá nada. Sólo fíjate y verás que los perversos recibirán su
merecido. Porque tú confiaste en el Señor e hiciste que el Altísimo fuera tu
protección. Nada malo te sucederá, ni habrá enfermedades en tu casa. Porque él dará orden a sus ángeles para que
te protejan a dondequiera que vayas.
Ellos te levantarán con sus manos para que no te tropieces con piedra
alguna. Pisotearás leones y serpientes venenosas, triunfarás sobre cachorros de
león y dragones. Yo lo salvaré porque confió en mí; lo protegeré porque
reconoce mi nombre. Me llamará y yo le responderé; estaré con él cuando se
encuentre en dificultades; lo rescataré y haré que le rindan honores. Haré que
disfrute de una larga vida y le mostraré mi salvación
Pero cuando llegó el momento oportuno, Dios nos mandó a su hijo, que
nació de una mujer y vivió bajo la ley. Así lo hizo Dios para poder comprar
nuestra libertad de la ley y adoptarnos como sus hijos. Ustedes son hijos de
Dios; y por lo tanto, él puso el Espíritu de su Hijo en nosotros, y ese
Espíritu grita: ¡Querido padre!
Se levantaron al día siguiente bien temprano y salieron al desierto de
Tecoa. Mientras salían Josafat dijo: Escúchenme, habitantes de Judá y
Jerusalén, confíen en el Señor su Dios y serán salvos; confíen en sus profetas
y tendrán éxito.
Ahora doy otra orden: cualquier persona, de cualquier país o de
cualquier lengua, que hable mal o en contra del Dios de Sadrac, Mesac y
Abednego será descuartizado. Su casa será destruida hasta que quede convertida
en un montón de tierra y escombros. Pues no hay otro dios que pueda salvar como
este.
DECLARACION DE FE DE ACUERDO A
LA PALABRA DE DIOS.
Mi Padre Celestial cuida de mí continuamente. Su
abundante provisión está conmigo en todas las empresas que llevo a cabo. Su tesoro real ofrece todo lo que necesito
para hacer Su voluntad en esta tierra. Todo lo que necesito me es dado cada día
y sin falta. Por lo tanto, no puedo ser
impedido o detenido. Me ofrezco como sacrificio vivo ante el Señor Jesucristo y
continuamente oro por sus líderes y sus hijos. Estoy bajo Su constante protección como alguien
que tiene alianza con Dios. Soy un
miembro de la familia de Dios. Él me ha dado Su nombre y en Su Nombre derroco a
cualquier enemigo que intente destruirme.
Continuamente construyo y prospero bajo la dirección de Sus profetas.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme o esta Palabra te bendice favor
de hacérmelo saber.
hosanna.enriqueibarra@gmail.com
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