Salmo 112: 1-9; Deuteronomio 28:1-14; Salmo 1:1-3,
102:28; Mateo 5:14-16; 2 Corintios 9:5-11; Hebreos 13:9
Bienaventurado el hombre que teme a Jehová y en sus mandamientos se deleita en gran
manera. Su descendencia será poderosa
en la tierra; la generación de los
rectos será bendita. Bienes y riquezas
hay en su casa, y su justicia permanece para siempre. Resplandeció en las tinieblas luz a los
rectos; es clemente, misericordioso y
justo. El hombre de bien tiene
misericordia y presta; gobierna sus asuntos con justicia. Por lo cual no resbalará jamás; en memoria
eterna será el justo. No tendrá temor
de malas noticias; su corazón está firme,
confiado en Jehová. Asegurado
está su corazón; no temerá, hasta que vea en sus enemigos su deseo. Reparte,
da a los pobres; su justicia permanece para siempre; su
poder será exaltado con gloria.
Acontecerá que si oyes atentamente la voz de Jehová, tu Dios,
para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo
hoy, también Jehová, tu Dios,
te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti y te alcanzarán todas
estas bendiciones, si escuchas la voz de
Jehová, tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad y bendito en el
campo. Bendito el fruto de tu
vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar y bendito en tu
salir. Jehová derrotará a los enemigos
que se levanten contra ti; por un camino
saldrán contra ti y por siete caminos huirán de ti. Jehová enviará su bendición sobre tus graneros
y sobre todo aquello en que pongas tu mano,
y te bendecirá en la tierra que Jehová,
tu Dios, te da. Te confirmará Jehová como su pueblo
santo, como te lo ha jurado, si guardas los mandamientos de Jehová, tu Dios,
y sigues sus caminos. Entonces
verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre
ti, y te temerán. Jehová te hará sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia y en el fruto de tu
tierra, en el país que Jehová juró a tus
padres que te había de dar. Te abrirá
Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su
tiempo y para bendecir toda la obra de tus manos. Prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Jehová por cabeza y no por
cola; estarás encima solamente, nunca debajo,
si obedeces los mandamientos de Jehová,
tu Dios, que yo te ordeno
hoy; si los guardas y cumples, y no te apartas de todas las palabras que yo
te mando hoy, ni a la derecha ni a la
izquierda, para ir tras dioses ajenos y
servirlos.
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la ley de Jehová está su delicia y
en su Ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes
de aguas, que da su fruto en su tiempo y
su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará.
Los hijos de tus siervos habitarán seguros y su descendencia será establecida delante de
ti.
Vosotros sois la luz del mundo;
una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende
una luz y se pone debajo de una vasija,
sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. Así
alumbre vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos.
Por tanto, consideré necesario
exhortar a los hermanos que fueran primero a vosotros y prepararan primero
vuestra generosidad antes prometida,
para que esté lista como muestra de generosidad y no como de exigencia
nuestra. Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé
como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en
vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo
necesario, abundéis para toda buena
obra; como está escrito: Repartió, dio a
los pobres, su justicia permanece para siempre.
Y el que da semilla al que siembra y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y
aumentará los frutos de vuestra justicia, para que seáis ricos en todo para toda
generosidad, la cual produce, por medio de nosotros, acción de gracias a Dios
No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas. Es mejor afirmar el corazón con la
gracia, no con alimentos que nunca
aprovecharon a los que se han ocupado de ellos.
DECLARACION
DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS.
Le doy la debida reverencia a mi Padre celestial y
encuentro gran deleite en Su Palabra. Soy bendecido en todo lo que hago. La
abundancia de las riquezas están en mi casa y Su justicia no tiene fin. Él me
ha enseñado a ser misericordioso y compasivo, al igual que Él. La
oscuridad se convierte en luz en mi presencia. No tengo ninguna tiniebla. Las
cosas buenas me alcanzan siempre, pues he aprendido la bendición de dar
libremente para la proclamación del reino de Dios. Yo soy conocido como un
hombre justo y recto. Puedo distribuir los regalos con regularidad a las
personas necesitadas y la aprobación de Dios (Su Justicia) permanece para
siempre. Cuando las malas noticias vienen, no me muevo. Cuando el espíritu de
temor viene contra mí, yo le hago frente con valentía. Yo sé en quien he fijado
mi confianza y mi victoria me es dada absolutamente por Jesús.
Si no has recibido a Jesús tú Señor simplemente has la siguiente
oración creyendo en tu corazón y Cristo será su Salvador:
Padre Celestial, vengo a ti
en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo»
(Hechos 2:21; Romanos 10:9). Dijiste que sería salvo cuando el Espíritu Santo
venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del
Espíritu y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4).
Confío en tu Palabra.
Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre
los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por 0darme tu Santo Espíritu como
lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
Si tus has hecho esta oración escríbeme a la
siguiente dirección: enriqueibarra.@integra.com.sv
No hay comentarios:
Publicar un comentario