Cuando escucho la Palabra de Dios, o la leo disfruto con atención porque es mi Señor Jesús el que me habla, me aconseja, ordena Su voluntad para mi vida, y siempre es lo mejor
Lucas 10:41-42; 1 Pedro 5:6-7; Judas 24-25; Juan6:27; Filipenses 1:13-14; Romanos 11:29
--Marta, Marta --le contestó Jesús--, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará.
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
¡Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardarlos para que no caigan, y establecerlos sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia, sea la gloria, la majestad, el dominio y la autoridad, por medio de Jesucristo nuestro Señor, antes de todos los siglos, ahora y para siempre! Amén.
Es más, se ha hecho evidente a toda la guardia del palacio y a todos los demás que estoy encadenado por causa de Cristo. Gracias a mis cadenas, ahora más que nunca la mayoría de los hermanos, confiados en el Señor, se han atrevido a anunciar sin temor la palabra de Dios.
Porque las dádivas de Dios son irrevocables, como lo es también su llamamiento.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS
Rehúso a estar ansioso o estresado por el servicio a Dios o el trabajo o los problemas. He tomado mi lugar como discípulo de Jesucristo, y mantengo mis prioridades en orden y pongo Su Palabra en primer lugar. He elegido la mejor parte y no seré privado de ella. Cuando sirvo, lo hago con alegría, bendigo mi trabajo y ningún problema es superior porque me he preparado con la Palabra de Dios y ella me ha librado de todo estrés y ansiedad.
Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él, porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo, Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.
Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).
Señor, tu dijiste que cuando el Espíritu Santo venga a morar en mí y me haga nacer de nuevo (Juan 3:5-6, 15-16; Romanos 8:9-11), y que si te lo pido, seré lleno del Espíritu Santo y podré hablar en otras lenguas (Lucas 11:13; Hechos 2:4). Creo en tu Palabra. Confieso que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que lo resucitaste de entre los muertos. Gracias por entrar a mi corazón, por darme tu Santo Espíritu como lo prometiste y por ser el Señor de mi vida. Amén.
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