Hebreos 7:17-21; 2Corintios 5:21; Santiago 4:7-8; Colosenses 2:13-15
Porque esto es lo que Dios dice de él: “Tú eres sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedec.” Así que el mandato anterior quedó cancelado porque era débil e inútil, pues la ley de Moisés no perfeccionó nada; y en su lugar tenemos una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios. Dios garantizó esto con un juramento. Los otros sacerdotes fueron nombrados sin juramento alguno.
· Cristo no cometió pecado alguno, pero por causa nuestra Dios lo hizo pecado, para así, en Cristo, hacernos a nosotros justicia de Dios.
· Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y este huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. ¡Limpiaos las manos, pecadores!
· En otro tiempo estabais muertos espiritualmente a causa de vuestros pecados y por no haber sido circuncidados; pero ahora Dios os ha dado vida juntamente con Cristo, en quien nos ha perdonado todos los pecados. Dios canceló la deuda que había en contra vuestra y que nos obligaba con sus requisitos legales: le puso fin clavándola en la cruz. Por medio de Cristo, Dios venció a los seres espirituales que tienen poder y autoridad, y los humilló públicamente llevándolos prisioneros en su desfile victorioso.
DECLARACIÓN DE FE DE ACUERDO A LA PALABRA DE DIOS
El Señor Jesús me ha introducido a una mejor esperanza para que yo pueda acercarme a Dios sin ningún sentido de culpabilidad ante Su presencia. Jesús lo ha hecho y Él es mi Sumo Sacerdote. Al pagar mi precio, Él ha dejado de lado la Ley de Moisés, porque esta era débil e inútil y no me daba rectitud. Ahora, en Jesús, he sido hecho justo ante los ojos de Dios.
Si tú no has hecho a Jesús tú Señor y Salvador te invito a que te rindas a Él, porque Él pagó un precio alto por ti en la cruz del calvario, recíbelo, Él ha resucitado y quiere hacer morada en tu corazón.
Declare esta oración con fe y Jesús hará morada en ti hoy y será tu Señor:
Padre Celestial, vengo a ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» y «que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Hechos 2:21; Romanos 10:9).
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